Cuento de provocación
Estaba ahí como quien no quiere la cosa, exhibiéndose vanidosa y arriesgada. Su presencia provocaba los nervios de al menos una persona que la miraba cómo se movía de un lugar a otro del recinto. Parecía que seguía una coreografía en círculos y en ochos; curiosa de todo pero también despreocupada. Tal vez no esperaba nada de lo que vendría.
Fue en ese momento. El de mayor distracción para ella, cuando él sacó el insecticida y le dio un tiro certero.
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