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Mostrando entradas de abril, 2024

El amor sano es un unicornio

 El amor sano no se explica. No hay palabras que puedan definir al amor tanto como cuando se siente. El amor sano es algo raro en este mundo. Es un unicornio que pasea libre y es leal a quien le acaricia con el alma.  El amor sano no tiene edades. Es un encuentro entre dos que andaban sin saber que se buscaban pero que el destino los puso frente a frente. A ver qué haces cuando lo encontrás, cuánto aprendiste de lo que sufriste. De dónde escapaste para estar en el camino y que viste cuando te vieron directo al corazón y te abrazaron tu sombra. El amor sano es una cobija con forma de abrazos cálidos; es reirse a carcajadas en la calle tomados de la mano; es abrigarse en los dedos en los bolsillos ajenos y estimular las ideas con charlas elegantes, interesantes, entretenidas, desvariadas, infinitas.  El amor sano es alegrarse que el otro llore en todos los hombros que desee y que se reuna con las personas que son afines. El amor sano es sentir cada beso como un interruptor que apaga el m

¿Dónde está la inspiración?

La respuesta más terrenal que tengo es "no sé". Nunca supe dónde duerme, yo la vi siempre dando vueltas al rededor mío. Pero sinceramente no sé dónde vive ni qué está haciendo en este momento. Tampoco se puede darle personalidad a un concepto, pero ¿qué ocurre cuando tiene tanta presencia que adquiere identidad?.  Mí inspiración no es un momento, sino una parte de mí que cuando no le gustan las condiciones de mis espacios personales simplemente se va. Me esgrime amor propio, no tanto la melancolía que piensan todos. Si vamos a la realidad, también requiere tiempo de que yo no haga nada luego de haberle dejado una pregunta. Se toma su pausa para contestar con una idea. Mí inspiración tiene sus propios días de gloria y sus zonas oscuras. Tiene ciclos y temporadas. Hay días que empuja por verme escribir y otros que me mira desde un rincón. "No es suficiente silencio" me dice. Se refiere a los pensamientos internos. "No sobre pienses" agrega. Cuando no hay esp

Se evapora la noche

 La noche tendría que ser líquida para que algo de calor la evapore. Lo aclaro de entrada para no crear un texto lleno de expectativas y con un remate al ángulo del asombro. Sin embargo, no hace falta que la taciturna caminata de la luna en el cielo tenga matices parecidos al agua o a la tinta. Simplemente se evapora cuando las horas pasan. Entiendo que la costumbre pide que nada se resuelva en el primer párrafo pero estoy sentada entre manuscritos de estadística social, un vaso reutilizable lleno de té blanco y una lámpara que en cualquier momento me pide que confiese mis sueños. Empecé a fingir demencia a las seis de la tarde y creí que la nocturnidad me abofetearía a las 22:30 sin remordimientos. Pero pasaron 22 minutos de esa bisagra mental y todavía la noche está sólida. No me importaría caer de a poco en eufemismos complacientes para los ojos del lector que romantiza cada minuto de quien escribe. Se vive como un derrape por la colina entrando en velocidad y topándose con piedras

El hombre que hablaba al alma

 Dicen que a los hombres no les gusta hablar, pero yo encontré uno que sí. Todos los días abría bifurcaciones de la palabra amor. No le daba de lleno al tema pero sí a todo eso que viven las personas cuando no suelen administrar bien el sentimiento. Hablábamos de nuestros ideales disfrazados de teorías inconclusas, de interrogantes y premisas que se entremezclaban entre el café de la mañana, las actividades de la tarde y el insomnio de la noche.  Encontré un hombre que le gusta mi cerebro. Aunque suene muy biológico y hasta casi zombie, él lo estimulaba con su curiosidad. Me daba la chance de responder y de escuchar, y creo que así sanamos un poco nuestras heridas. Creo que me admiraba un poco , aunque yo lo único que hacia era compartir la versatilidad de mis neuronas y la plasticidad de los recovecos de recuerdos.  Él buscaba reconstruirse a sí mismo, luego de encontrarse. Algo muy personal lo dejó con el corazón sangrante meciéndose sobre un vacío lleno de melancolía. Y en ese andar