La noche que Freud me mató.

Estimado Freud:

Me acerco a usted a traves de esta misiva, y en concordancia a una técnica de terapia que no es la suya, con el fin de consultarle acerca de su comportamiento en uno de mis sueños. Su hostil comportamiento.

Dadas las circunstancias que en breve pasaré a explicar, usted fue protagonista de una pesadilla que hasta el momento me tiene perturbada. En el contexto de la misma usted toma un arma y me mata.

Siendo el padre del psicoanalisis y el analista de los entrecruzamientos de la lógica inconsciente, dejar sin analizar este hecho para mi no tendría importancia dado que el marco teórico que me guía es puramente cognitivo conductual y me importa tres pomos el desplazamiento y la condensación de sentidos en las profundidades del iceberg reprimido. Pero para no ser injusta voy a dedicar unas lineas al respecto.

Con todo respeto, qué cuernos hacia usted anoche en mi sueño con la intención tan cobarde de apuntarme y dispararme? Varias veces pensé que un día iba a venir a cobrarse facturas de indiferencia tirando sus propias obras completas de mi estantería, sobre mi cabeza. Pero esto fue absolutamente inesperado.

Realmente espero que hoy al dormirme me ofrezca las respectivas disculpas por haber usado valioso tiempo de mi descanso para generar un insomnio desde las tres de la mañana hasta las seis. Deje mis neuronas y mi fisiología nocturna descansar en paz y no me venga con mensajes ocultos a altas horas de al noche. Es mas facil escribirme una nota y dejarla pegada en un rincón del hemisferio izquierdo.

Y no ande por ahi con esas cosas violentas, que ya bastante quilombo hay con lso postfreudianos de estos dias haciendo ciencia incomprensible de una filosofia intelectual como la que usted creó. No se la agarre conmigo, si yo con usted no tengo el problema. La huída empezó cuando alguien me dijo que deje de "reprimir mi agenda" cuando solamente me había olvidado de dónde la puse. Eso sí que estuvo violento... y fue ahi cuando emprendí otro viaje.

Matándome en el sueño no me corta el camino, sólo me trae confusión; es como si el inventor del  teléfono me pinchara la linea para hacerme escuchas.

Hagamos las paces... usted se da una vuelta cuando quiera por mi oceáno inconsciente y yo le limpio el polvo de los tomos.

En caso contrario me veré obligada a iniciar querellas con el abogado Morfeo.

Sin otro motivo, le desea un buen descanso.

Celeste.

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